Experimentar fantasías con tu pareja es un acto muy placentero, ya que ambas personas disfrutan de la creatividad y placer del acto mismo. Estudios previos han comprobado que aquellas personas más activas y satisfechas sexualmente son las que tienen más fantasías.
Fantasear es una visualización de lo que podría pasar a futuro, es decir, el sexo empieza en el cerebro por lo que imaginarse cómo se darán los juegos, el roce y el acto mismo hace que tenga un mayor disfrute del acto sexual.
Experimentar fantasías con la pareja no necesariamente lleva al acto sexual, también la pareja puede recurrir a conversar de sus visiones siendo un juego que relaje a ambos con solo conversarlo. De esta manera se estimulan ciertas áreas sin necesidad de que haya intimidad, por lo que el cerebro está siendo estimulado con sólo imaginar el acto mismo.
En su mayoría las ilusiones sexuales están relacionadas con aquellos lugares donde no se podría tener intimidad ya que es muy concurrido o es algún lugar público, sin embargo la idea de esconderse hace que la misma fantasía se vuelva más provocativa.
En ocasiones se piensa que las fantasías que se tienen son malas ya que podrían ser cuestionadas por la sociedad, sin embargo en los pensamientos sexuales no hay lógica ni moral, la única función de estos es lograr excitarse con sólo recapacitar.
Al tener una relación de pareja estable, se puede recurrir a conversar las fantasías para que puedan cumplirse y así satisfacer a ambos de una manera distinta a lo habitual.
Sin embargo las parejas recurren a experimentar fantasías donde está la sumisa y el amo, son pocos los casos donde se intercambian los roles, todo depende del mismo par de personas y la confianza que se tenga para conversar de las fantasías más oscuras que tengan.
En la fantasía de la sumisa puede haber bondage, donde consiste en dejar inmovilizada a la pareja, dejándola a la merced del amo, el cual recurre a todo tipo de juegos para complacer a la sumisa, sin embargo, este tipo de juego puede ser algo violento, por lo que debe haber cierto control de la situación para que ambos disfruten del acto mismo.